Como este blog esta editado en Chile, pondré un artículo relacionado con las pascuas de Antaño en nuestro país.
Las Pascuas de Antaño, el vocablo Pascua.
Ya cercana la Pascua o Navidad, extracté un pequeño texto de Alfonso calderón de su libro "Memorial del Viejo Santiago", donde nos relata las Pascuas de aquellos años pasados.
El vocablo "Pascua" procede del hebreo pesach, pesaj, que significa "paso" o "tránsito", y es originariamente una conmemoración judía que se inicia el 14 de Nisán o Abib, en recuerdo de la salida de Egipto del pueblo hebreo, y su paso por el Mar Rojo, a la que se alude de continuo en el Antiguo Testamento. Dentro del ritual, con las referencias antropológicas de un pueblo agrícola, de ganadería menor, se incluye el sacrificio del cordero pascual.
El vocablo "Pascua" procede del hebreo pesach, pesaj, que significa "paso" o "tránsito", y es originariamente una conmemoración judía que se inicia el 14 de Nisán o Abib, en recuerdo de la salida de Egipto del pueblo hebreo, y su paso por el Mar Rojo, a la que se alude de continuo en el Antiguo Testamento. Dentro del ritual, con las referencias antropológicas de un pueblo agrícola, de ganadería menor, se incluye el sacrificio del cordero pascual.
Saludo Navideño de Red Cultural La Florida.
Si se acepta, con la referencia de los Evangelios, que la muerte y resurrección de Jesús sucedieron en tiempos de Pascua (San Juan: 19,31), y éstos constituyen un hecho esencial de la fe cristiana, con la denominación de "Pascua de Resurrección"; y si las expresiones de San Juan (1,29):
"He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" son una metáfora del sacrificio del cordero pascual, al cristianarse la voz "Pascua" —según el docto parecer del filólogo Mario Ferreccio— "termina por asumir el simple valor de 'festividad jubilosa'", llegándose en español "a la formación del nombre compuesto Pascua (o Pascuas) de Navidad y al elíptico Pascua (s) —documentado con este nuevo valor por lo menos desde el siglo XVII— para referirse al aniversario del nacimiento de Jesús".
¿Cómo sería la primera Navidad de los conquistadores de Chile, al pie del San Cristóbal, en diciembre de 1534? Sin duda, no tenían el aire bizarro que les puso fray Pedro Subercaseaux, pues la gesta no daba tiempo para que cada uno de ellos fuese un émulo del cortesano de Castiglione. Pablo Garrido los imagina oyendo la primera Misa del Gallo. "Algunas antorchas iluminaban los rostros macilentos y barbudos, mientras el dulce Misterio iba reeditándoles ecos de ancestro en vaya a saber uno cuántos rincones ignotos de las tierras vascas, castellanas y gallegas", escribe.
Con los fieros milites y los misioneros, venían a América las tradiciones, y entre ellas la agraria y medieval de los pesebres y belenes, o "nacimientos". Del templo, pasaron éstos a las casas particulares y, primitivos e ingenuos, fueron afiligranándose, sin pretender, en sus comien¬zos, otra cosa que evocar el suceso de la cristiandad, congregando a los piadosos, en una nueva adoración anual. San José, la Virgen y el Niño constituyen el núcleo bienaventurado del pesebre. La madera y el barro, la paja y las hojas surgen en la escenografía. En el suelo o en una tarima rústica, reposan todos emulando el acto originario. Paulatinamente se irán agregando el buey, el asno, algunas ovejas y sus pastores; los Reyes Magos, venidos del Oriente, guiados por la estrella, con presentes: oro, incienso y mirra.
Robert Graves piensa que el uso cristiano de la Natividad pudo tomarlo San Pablo del mitraísmo. La tradición de la Misa del Gallo tiene origen en leyendas latinas.
Se supone que, en la Nochebuena, los animales obtuvieron el don de la palabra. El primero en anunciar el nacimiento del Niño habría sido el orondo gallo belenense, con un: Christus natus est!, y mugiendo el buey inquiriría: Ubi? La pécora y la cabra responderían: Betleem! El cuervo daría en interrogar: Quando?, y la corneja replicaría: Hae nocte! El asno cerraría el coro con un simple Eamus!
La versión debe haber circulado por América, en donde buscando la eufonía las variantes fructifican.
Oreste Plath recoge una muestra chilena:
"Cuando el gallo canta, dice: ¡Cristo nació! La vaca pregunta: ¿En dónde? Y si la oveja la oye, agrega: ¡En Belén! Lo que despierta la curiosidad de la cabra y la hace exclamar: ¡Vamos a ver! El burro, con una desacostumbrada prisa, dice: ¡Vamos, vamos! La mula, de muy malas ganas, responde: ¡Mañana, mañana! Y el chancho: ¡No, no no!".
Con los años, el artista unirá la piedad con el rigor estético, buscando vincularse con el arte de su tiempo. En mesas barrocas, el pesebre se hará interior, en urnas de plata con vidrios. Belén, pesebre o portal revivirá una aspiración de piadosa alegría, en un "arte de paz", como alguien lo ha llamado. En el período de la Conquista, sin embargo, se muestra "una iconografía dura y reprimida, con marcado acento primitivo, propia de conquistadores y guerreros ancestrales. De la escasísima producción artística de ese período destaca la preferencia hacia los santos guerreros", ha expresado Luis Monje.
Las bellísimas muestras del gótico flamígero, de los nacimientos de Flandes, de los artesanos italianos, de los santeros chilotes son hoy, en museos, piezas asombrosamente vivas. Con maderas, pastas y cerámicas policromadas, con las piedras traslúcidas de Huamán, con los azules y verdes de la escuela quiteña, con el oro del Cuzco, el florecimiento de los belenes americanos sólo vendría a opacarse con la desbandada del artífice, ahuyentado por la industrialización del pesebre, en el instante en que el yeso surge avasallador y comercial.
Con los años, el artista unirá la piedad con el rigor estético, buscando vincularse con el arte de su tiempo. En mesas barrocas, el pesebre se hará interior, en urnas de plata con vidrios. Belén, pesebre o portal revivirá una aspiración de piadosa alegría, en un "arte de paz", como alguien lo ha llamado. En el período de la Conquista, sin embargo, se muestra "una iconografía dura y reprimida, con marcado acento primitivo, propia de conquistadores y guerreros ancestrales. De la escasísima producción artística de ese período destaca la preferencia hacia los santos guerreros", ha expresado Luis Monje.
Las bellísimas muestras del gótico flamígero, de los nacimientos de Flandes, de los artesanos italianos, de los santeros chilotes son hoy, en museos, piezas asombrosamente vivas. Con maderas, pastas y cerámicas policromadas, con las piedras traslúcidas de Huamán, con los azules y verdes de la escuela quiteña, con el oro del Cuzco, el florecimiento de los belenes americanos sólo vendría a opacarse con la desbandada del artífice, ahuyentado por la industrialización del pesebre, en el instante en que el yeso surge avasallador y comercial.
¡Qué encanto popular el de esos pesebres rurales con santos vivos y animales de verdad, y la pasión ingenua del villancico! Así no extraña el tono cazurro, la picardía y aun el liviano descomedimiento:
VILLANCICOS DEL NACIMIENTO.
Esta noche es Nochebuena
y no es noche de dormir
que la Virgen está de parto
y alas doce ha de parir.
Vamos, vamos
a misa a Belén
donde el Niño
y la Vírgen se ven.
VILLANCICOS DEL NACIMIENTO.
Esta noche es Nochebuena
y no es noche de dormir
que la Virgen está de parto
y alas doce ha de parir.
Vamos, vamos
a misa a Belén
donde el Niño
y la Vírgen se ven.
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